Économie

Anarco sin capitalismo | Erick Benítez Martínez (Mexico, 2024)

Anarco sin capitalismo

Erick Benítez Martínez (Mexico, 2024)

Hace años ha surgido una nueva tendencia económica que, en teoría, pertenece al anarquismo.

Nada tendría que objetarse a tal cosa porque, siendo el anarquismo una idea abierta y no cerrada a nuevas formulaciones, es posible teorizar una forma económica que brindara mejor libertad y justicia a las clases trabajadoras. Pero no es el caso de esta nueva tendencia.

Se trata del llamado “anarco” capitalismo, y lo pondré entre comillas en tanto que creo que nada tiene de anarquismo ni pertenece ni tiene cabida dentro de las tendencias ideológicas del anarquismo.

En el anarquismo (para quienes piensan que no hay ramas económicas en él y que esto solo pertenece al marxismo) ha habido propuestas económicas mutualistas, colectivistas, comunistas y el llamado anarquismo sin adjetivos, que no es más que la puerta abierta a todas las propuestas económicas que se adecúen al tiempo en que estalle la revolución y que aprovechen todos los adelantos de los medios de producción para brindar libertad y justicia a las clases trabajadoras. Todas estas tendencias, desde el mutualismo al anarquismo sin adjetivos, han luchado precisamente contra el capitalismo, por ser este el principal enemigo de los derechos de las clases trabajadoras, su explotador: el enemigo a vencer.

Esta tendencia de “anarco” capitalismo pretende ni más ni menos que unir al anarquismo y al capitalismo en una misma propuesta, teniendo como fórmulas los siguientes puntos ideológicos:

– El Estado debe ser suprimido como algo nefasto que impide la libre competencia y con ello frena el progreso de la humanidad.

– El libre mercado genera por sí mismo la estabilidad para conseguir el bienestar dando a todas las personas las mismas oportunidades de desarrollo y competencia.

– Al negar y destruir al Estado así como implementar las mismas condiciones de competencia en el mercado, esta tendencia económica está dentro de los parámetros del anarquismo.

Nacido de las primeras Ciudades-Estado y creado expresamente para organizar la represión de los pueblos despojados y cimentar el dominio de los nacientes tiranos, el Estado es la serie de instituciones que da las directrices a su mano ejecutora, el gobierno. Las funciones de ambas entidades no deben confundirse, pues no son lo mismo. En sus orígenes, tuvo como principal objetivo la defensa de los primeros explotadores y asegurar su dominio sobre el pueblo. Ese es su origen y función primordial, sin ello no podría existir la explotación.

Ahora bien, el Estado, efectivamente, decanta la balanza hacia los inversores (para no llamarles capitalistas… de momento), empresarios y explotadores varios, para poder generar el desarrollo necesario interno del país que les permita no solamente crear ganancias a los explotadores, sino también fortalecer al Estado al interior y exterior del país.

Suprimido el Estado, dicen los “Anarco” capitalistas, se establece la equidad de las personas teniendo todas las mismas posibilidades de competir unas con otras.

¿Cómo se podría tener un punto de partida, una vez destruido el Estado, para que las personas compitan? Comenzar esa competencia en las condiciones actuales en las que unos tienen todo y otros padecen necesidades, no sería precisamente una competencia equitativa, sino desigual, en la que los que ya tienen dinero someterían rápidamente a los que no lo tienen. La competencia desigual, pues, no generaría ninguna competencia, sino la desigualdad total.

Habría que establecer entonces las mismas condiciones de competencia para las personas procediendo a un reparto equitativo de la riqueza social entre todas las personas para que esa competencia fuera medianamente justa. Este reparto no se podría hacer, a su vez, más que quitando el excedente de riqueza a los que más tienen y otorgando este mismo a quienes no lo tienen, de forma que todas las personas tuvieran la misma riqueza para poder competir en el mercado.

Omitamos por un momento el tremendo galimatías de ver cuántos montoncitos de dinero toca a cada persona, después de cuantos años y en qué condiciones (¿niños y niñas, ancianos y ancianas podrían competir?), personas discapacitadas, enfermas y sus derechos humanos, cosas que no se molestan en formular quienes defienden ese “Anarco” capitalismo.

¿Todas las personas tienen las mismas capacidades intelectuales para saber invertir? Hay gente en pueblos atrasados económicamente que no están acostumbradas más que a cifras pequeñas, una vida más alejada de los lujos de las ciudades, gente a la que ese reparto equitativo no le significaría nada en tanto que, acostumbradas a no competir, rápidamente consumirían su parte, yendo a parar, al cabo de algunos meses o años, a la misma condición de siempre cuando hayan consumido su parte del reparto.

Otras personas, aunque deseando competir y poniendo todo de su parte, su nula experiencia les haría rápidamente sucumbir ante los más mañosos en las finanzas. Las capacidades intelectuales, manuales y de discernimiento de problemas económicos de las personas varían, y pensar que todas tienen las mismas capacidades y que podrán competir reñidamente es establecer un nivel intelectual (en cuestiones económicas o matemáticas) igual a todas las personas, que desde luego no existe.

Ese mercado libre al que apela el “Anarco” capitalismo no será tan libre más que para unos cuantos. Los más avispados, los más astutos, sabrán aprovecharse de los que rápidamente hayan perdido la capacidad de competencia, y en pocos meses, años a lo mucho, irán acumulando en sus manos no solamente el trabajo de los desposeídos, sino también las propiedades que hayan adquirido.

De esta manera, aunque establecidas iguales condiciones de competencia, la propia lógica de la competencia (ganadores-perdedores, éxito-ruina) hará que unos cuantos acaparen en sus manos poco a poco las mayores de las ganancias, dejando a los demás en las mismas condiciones de siempre, pero habiendo desaparecido el defensor de los explotadores (el Estado), con ganas de justicia ante la desigualdad económica generada por ese “libre” mercado. ¿No hay revoluciones ahora mismo, a pesar del poderío de los Estados? Mayormente las habrá, cuando se vea que el Estado habrá desaparecido dejando sin protección a los capitalistas.

Esta misma desigualdad, estas ansias de justicia por los que menos tienen, se verá pronto alzarse contra los que han concentrado la riqueza en sus manos (que serán necesariamente una minoría incapaz de defenderse), y para defenderlos de los desposeídos será necesario el guardián… el policía, el ejército; luego esto necesita una coordinación, que instaurará el gobierno, y el gobierno necesitará las directrices necesarias sobre las cuales basar su actuación, esto es, el Estado.

El libre mercado es una mentira dicha para enmascarar las verdaderas aspiraciones de los capitalistas liberales.

Ahora bien, el concepto de suprimir el Estado en el anarquismo es un punto fundamental. Pero no es destruir el Estado sin más, dejando el hueco de su existencia así, sin hacer nada.

Destruir al Estado pero mantener las funciones esenciales a su ser significa no hacer absolutamente nada, porque para el anarquismo el Estado debe ser suprimido, no solamente por el derroche económico que significa su mantenimiento, sino por la protección que brinda al capitalismo.

Un Estado sin las fuerzas armadas que lo protegieran no podría mantener su existencia por mucho tiempo, porque sin la fuerza bruta del ejército ni las palizas de la policía, rápidamente sucumbiría ante el empuje popular.

Un capitalismo sin las instituciones y fuerzas del Estado que lo protegiera, no duraría dos minutos en pie. Efectivamente ¿quién podría impedir que se colgara de los árboles a todos los Rockefeller y Goldsmith?

El Estado, para el anarquismo, debe ser destruido para poder llegar al corazón del capitalismo y suprimirlo. No se trata solo de destruir el Estado y dejar que las cosas marchen como siempre, manteniendo en pie la explotación de todos a manos de unos pocos. Destruir el Estado, pues, va de la mano de la destrucción del capitalismo, la propiedad privada y la autoridad coactiva.

No es suficiente con querer la destrucción del Estado para identificarse con el anarquismo, porque un pueblo que destruyera el gobierno y el Estado y mantuviera las relaciones de explotación y miseria puede funcionar perfectamente: los cientos de años de adoctrinamiento en el gobierno y sin el cual mucha gente no considera que sea posible la vida pesan demasiado y podría darse el caso de que la gente sería su propio policía manteniendo las condiciones de desigualdad aun sin que hubiera quienes le obligaran a ello, a semejanza del pájaro con la puerta abierta que considera que no debe huir porque fuera corre peligro. No haría falta el policía que obligara a la gente a cumplir las leyes, porque la propia gente respetaría unas leyes que habrían caído con el Estado.

Es necesario que a la caída del Estado le siga de forma inmediata la destrucción del capitalismo y la autoridad. Eso es lo que pide el anarquismo.

El “Anarco” capitalismo no se puede contar entre las ideas anarquistas porque carece de la razón misma del anarquismo: la destrucción de la injusticia social y del autoritarismo de las que el capitalismo es la cabeza principal a cortar.

¿Qué cosa son entonces esos “Anarco” capitalistas?

Si tuviéramos que incluirlos en un apartado económico, su sitio sería entre los liberales burgueses, ni siquiera radicalizados en tanto que sus ideas, pese a su demagogia, apuntan a la reconstitución del Estado.

Para suprimir las condiciones sociales que pesan sobre los pueblos es preciso ser claros y no dejarse engañar por tendencias liberales burguesas que nada tienen de revolucionarias. Es preciso destruir el Estado como guardián de los explotadores; destruir el Estado significa destruir también las instituciones que le dan vida; destruido el Estado y el gobierno, el capitalismo (de la forma que sea) debe ser quemado en una pira junto a la propiedad privada, los registros de propiedad y todas las leyes burguesas; el paso inmediato a esto es la socialización inmediata de los medios de producción en manos de todas las clases trabajadoras; el derecho al vestido, alimento, calzado y trabajo, se constituyen en derechos humanos fundamentales para todas las personas de todas las edades sin excepción; la organización por comunas, comarcas, distritos, como se adecúe a cada localidad, debe dar paso al federalismo de cada lugar donde no habrá autoridad representativa, sino asambleas populares con derecho a voz y voto para cada persona, organizados local, regional y nacionalmente; ninguna forma de gobierno, por revolucionario que se diga, debe ser tolerado.

Tal es, amigos y amigas, la verdadera vena del anarquismo, las únicas ideas que apuntan directamente al corazón de la desigualdad social. Todo otro camino que intente disfrazar la explotación y la desigualdad debe ser combatido, y el llamado “Anarco” capitalismo no es más que una vergonzosa aberración que debe ser desenmascarada y combatida por ser otra arma más al servicio del capitalismo, al que el anarquismo tiene la guerra jurada.

¡Guerra al capitalismo!

¡Guerra al Estado!

¡Guerra al clero!

Escrito en Mayo del 2024.

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